lunes, 18 de febrero de 2013


PRÁCTICA 1 Clínica y Salud
Claudia Castilla Baiget

DOLOR CRÓNICO

En Europa el dolor crónico afecta a un 19% de la población, es decir, a 1 de cada 5 personas. En España este porcentaje se sitúa en el 11% y el dolor es mucho más fuerte. Se considera dolor crónico al que permanece más de tres meses y en este tipo de dolor se engloban enfermedades como la lumbagia, las cefaleas o la artrosis. El elevado precio de los medicamentos y las numerosas bajas laborales tienen como consecuencia un fuerte impacto económico. Además son alarmantes las fuertes consecuencias psicológicas que padecen las personas con esta clase de dolor. Por ejemplo, España es el país con más personas que a causa del dolor crónico sufren depresión. 

La aplicación de tratamientos psicológicos en personas que padecen este tipo de dolencias es escasa lo cual resulta sorprendente ya que son cada vez más efectivas.
Actualmente existen diferentes tipos de terapias para tratar el dolor crónico. La relajación es una de ellas. Esta técnica se basa en que el dolor produce tensión y ansiedad en el enfermo lo cual podría aumentar el dolor. A través de la relajación se intenta disminuir la ansiedad en el paciente y evitar así que el dolor crezca. Otra técnica utilizada es la hipnosis con la que se intenta realizar cambios en la conducta o percepción que el enfermo realiza en su vida. La terapia del biofeedback también ayuda a estos pacientes. Consiste en restablecer las funciones vitales del cuerpo humano que se hayan visto afectadas. Es muy útil en personas que sufren cefaleas, migrañas o problemas en los músculos de la articulación de la mandíbula. El principal problema de estas tres técnicas es que no son útiles si se aplican como única solución para el dolor crónico.  Sin embargo existen también las llamadas técnicas operantes o conductuales. Estas técnicas se dirigen a reducir o en el mejor de los casos eliminar las conductas de dolor, a implantar el ejercicio físico y  a establecer de nuevo conductas cotidianas que están siendo evitadas por el enfermo. Por otro lado, existen terapias de aceptación: la terapia de compromiso, mindfulness o escritura emocional. Las tres están orientadas a aceptar el sufrimiento, el dolor. Con esta técnica los afectados deben dejar a un lado la idea de evitar el sufrimiento que es una actitud muy común en los pacientes que padecen dolor crónico. De esta manera consiguen dejar a un lado esa conducta negativa que muestran ante su enfermedad y pueden disfrutar de una mayor calidad de vida.

Entre las terapias psicológicas contra el dolor crónico las más efectivas y por lo tanto más utilizadas son las cognitivo-conductuales. Los pacientes son tratados con ambas técnicas (médica y psicológica) de esta forma se reduce notablemente la intensidad del dolor. Esta terapia consiste en diez sesiones grupales de ocho o diez personas y dos sesiones individuales. Las sesiones suelen duran entre una hora y media o dos y están divididas en tres fases. En la primera se comentan las actividades realizadas en casa. En la segunda se explica en qué va a consistir la sesión (parte teórica y práctica). Y en la tercera fase se mandan los ejercicios que deberán realizar los pacientes en su casa.  Gracias al estudio y a la investigación han podido establecer un protocolo a través de un manual llamado: “Manual del dolor. Tratamiento cognitivo-conductual del dolor crónico” en el que se describe de forma detallada estas técnicas. Se ha demostrado su efectividad y su coste-efectividad por lo que se espera que se impulse la investigación dirigida a las técnicas cognitivo-conductuales.

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